sábado, marzo 16, 2013

Mis espinas no pinchan, no hacen sangrar,
no pincharán nunca y no seré nunca humana.
No quiero olvidar el dolor.
No quiero olvidar el dolor.
Porque él no me olvida a mí,
me busca, me observa, me peina,
me quiere, me escribe.
No quiero olvidar quién soy,
o más bien quién no soy,
al menos hasta que el hambre
pueda enamorirme hasta yacer
y ser un número, un trozo de tierra,
unas flores bellas, oh, ya marchitas.
Alguien las tira, instala otras.
Nada más, nada más,
déjenme ser ceniza, por favor.
No me hagan soñar más,
no tengo más aliento


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