Me sabe amargo olvidar. Puede que deje de doler, pero el vacío no es ningún consuelo. ¿Qué me queda? sin sentimientos, sin esperanzas. Estoy hueca, soy una caja sin nada dentro... y me siento más muerta que nunca. Deja un amago a la probabilidad, eso es cierto. Una caja a la que le has quitado la estaca y que puedes ponerle algo bonito, pero ya ofrecí todo lo bonito que tenía a quien no supo apreciarlo.
Y son todo disfraces. Disfraces de sonrisas, de felicidad, de 'estoy bien'. Y sé que apartaré a todo aquel que quiera tenerlo. Porque es mío, mío y de nadie más. O, en otras palabras, tengo miedo de que no me lo devuelvan.
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