viernes, diciembre 16, 2011

Te metía dos abrazos bien daos.


Dejé de fumar el día que te fuiste, porque tú me matas el doble.












Siento motivación.
De repente. Sin avisar, sin más.

Mi cuerpo se ha cansado de aguantarme y se ha encendido.
Quiero crecer como persona.
Quiero saber más, quiero aprender.
Ya sé que he desperdiciado prácticamente toda mi vida, que hasta entonces sólo son 15 años, aunque algunos recuerdos se salvan.
Estoy cansada de ser la típica niñata con corazón roto que se cree poeta, y que se autodefine mal, pero me gusta criticarme. Mejor a mí que no a los demás, como hace todo el mundo.
Quiero saber alemán, francés, inglés... clases por doquier.
Quiero apuntarme a algún deporte, aprovar matemáticas.
Quiero dejar que estar estancada, tan vacía como un jodido maniquí.
Quiero empacharme a libros y a correr.
Quiero disfrutar de las pocas cosas buenas que hay. Porque siempre hay, aunque no las veas. Quiero que mi interior no vuelva, que se quede ahí donde esté, lejos, que no le echo de menos.
Quiero quedarme, encontrar el equilibrio que siempre me ha faltado.
Quiero, quiero, quiero, quiero...
Palabras vacías, pero pienso llenarlas hasta hinundarlo todo.
Provocar un tsunami en mi vida, aunque sea sólo un vaso de agua para los demás. Hace tiempo que no me importa qué son mis actos para el resto. Los que me importan verán el tsunami, lo sé, pero no dejaré que se ahoguen, nunca. (Admito que son pocos, muy pocos, pero suficientes).







Hace mucho frío, pero me encanta. Me recuerda que tú no estás para abrazarme, que alguna vez lo hiciste y que te has ido... El viento me dice que igual que tú, pueden irse, que lo harán. Por suerte el anorak abriga mejor de lo que tú lo hacías, y él no se va a marchar.
Por cada mechón que vuela mi corazón se tapa.


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